Es curioso. Si miramos los anuarios económicos o los balances de cuentas de las empresas que sabemos involucradas en el desarrollo del mundo multimedia y buscamos los epígrafes dedicados explícitamente a "multimedia" nos llevamos un chasco, porque o no existen o contienen cantidades ridículas. Y, sin embargo, es patente que bajo la apariencia circunstancial de esas cuentas existe un menudeo de actividades que nos conducen desde una sociedad mediática a una sociedad multimediática, basada en la televisión, la informática y las inforpistas de banda ancha.
Una sociedad multimediática es la forma avanzada de sociedad de la información, y ésta cada uno la imagina como quiere o como le conviene, desde Clinton y Gore, con su propuesta de Infraestructura Nacional de la Información (1993) hasta Bangemann, en nombre de la Unión Europea, con su informe de recomendaciones para una sociedad global de la información (1995). Indefectiblemente, los políticos que acuñan estas propuestas y los expertos e industriales que los animan y les suministran ideas, pronostican grandes beneficios para la economía general, la industria, la educación, la sanidad y otros servicios sociales. Consigna psicológica: las inforpistas multimediáticas son una plataforma revolucionaria para las industrias de la cultura y del entretenimiento del siglo XXI.
En un libro reciente, titulado "Sueños Globales", sus autores, Barnet y Cavanagh, vinculan a todos estos progresos la creación de cuatro entramados de la actividad comercial mundial y su dominio por un puñado de empresas multinacionales: el Bazar Cultural Global, el Centro Comercial Global, el Lugar de Trabajo Global y la Red Financiera Global.
El Bazar Cultural Global es el sector mundial más nuevo y el más universal en su alcance. Tal vez sea un mutante hipertrofiado de la Aldea Global, de McLuhan. Películas, televisión, radio, música, revista, camisetas, juegos, juguetes y parques de atracciones son los medios de comunicación que permiten la difusión de imágenes globales y la preparación de sueños globales. Las estrellas de rock y los titanes de Hollywood son verdaderamente productos globales. La gente utiliza los mismos artefactos electrónicos para ver o escuchar las mismas canciones e historias producidas comercialmente en todo el planeta.
Los críticos, por su parte, profetizan Homogeneización (y deterioro) Cultural Global (el pensamiento único), consumismo a ultranza, pérdida de soberanía nacional, más desempleo, info-ricos e info-pobres y otros males.
Lo que sí podría vaticinarse seguramente es que habrá grandes sorpresas. Algunas de las cosas que se piensa que van a ocurrir en el terreno social y cultural no sucederán, y no debería extrañarnos demasiado, dada nuestra tendencia a razonar atrapados en el marco conceptual de una tecnología anterior, que es precisamente lo que rompe la nueva tecnología emergente. En el terreno económico, bastantes empresas pondrán sus huevos en el escenario o en la cesta equivocada, o simplemente pondrán huevos adecuados pero insuficientes en la cesta correcta, ya que hoy por hoy resulta una incógnita cómo reaccionarán las estructuras sociales y las personas individuales a los cambios derivados de estos rompimientos.
En todo caso, con mayor o menor acierto en su aplicación, el proyecto multimedia no se detendrá, porque responde a la naturaleza humana de dotarse de una prótesis tecnológica que se acomode, amplíe o sustituya a sus sentidos y a los tipos de información que procesa su cerebro.
Una sociedad multimediática es la forma avanzada de sociedad de la información, y ésta cada uno la imagina como quiere o como le conviene, desde Clinton y Gore, con su propuesta de Infraestructura Nacional de la Información (1993) hasta Bangemann, en nombre de la Unión Europea, con su informe de recomendaciones para una sociedad global de la información (1995). Indefectiblemente, los políticos que acuñan estas propuestas y los expertos e industriales que los animan y les suministran ideas, pronostican grandes beneficios para la economía general, la industria, la educación, la sanidad y otros servicios sociales. Consigna psicológica: las inforpistas multimediáticas son una plataforma revolucionaria para las industrias de la cultura y del entretenimiento del siglo XXI.
En un libro reciente, titulado "Sueños Globales", sus autores, Barnet y Cavanagh, vinculan a todos estos progresos la creación de cuatro entramados de la actividad comercial mundial y su dominio por un puñado de empresas multinacionales: el Bazar Cultural Global, el Centro Comercial Global, el Lugar de Trabajo Global y la Red Financiera Global.
El Bazar Cultural Global es el sector mundial más nuevo y el más universal en su alcance. Tal vez sea un mutante hipertrofiado de la Aldea Global, de McLuhan. Películas, televisión, radio, música, revista, camisetas, juegos, juguetes y parques de atracciones son los medios de comunicación que permiten la difusión de imágenes globales y la preparación de sueños globales. Las estrellas de rock y los titanes de Hollywood son verdaderamente productos globales. La gente utiliza los mismos artefactos electrónicos para ver o escuchar las mismas canciones e historias producidas comercialmente en todo el planeta.
Los críticos, por su parte, profetizan Homogeneización (y deterioro) Cultural Global (el pensamiento único), consumismo a ultranza, pérdida de soberanía nacional, más desempleo, info-ricos e info-pobres y otros males.
Lo que sí podría vaticinarse seguramente es que habrá grandes sorpresas. Algunas de las cosas que se piensa que van a ocurrir en el terreno social y cultural no sucederán, y no debería extrañarnos demasiado, dada nuestra tendencia a razonar atrapados en el marco conceptual de una tecnología anterior, que es precisamente lo que rompe la nueva tecnología emergente. En el terreno económico, bastantes empresas pondrán sus huevos en el escenario o en la cesta equivocada, o simplemente pondrán huevos adecuados pero insuficientes en la cesta correcta, ya que hoy por hoy resulta una incógnita cómo reaccionarán las estructuras sociales y las personas individuales a los cambios derivados de estos rompimientos.
En todo caso, con mayor o menor acierto en su aplicación, el proyecto multimedia no se detendrá, porque responde a la naturaleza humana de dotarse de una prótesis tecnológica que se acomode, amplíe o sustituya a sus sentidos y a los tipos de información que procesa su cerebro.