miércoles, 15 de diciembre de 2010

Palabras revueltas

     Hace demasiado tiempo que no escribo, que detalle... hace más de 20 años que decidí que quería ser periodista, las palabras siempre existían de sobra, pero parece que las cosas de la vida te sacan y te dan constantemente, sin saber cuándo, porque uno no puede detenerse a esperar. Tengo decenas de títulos girando en la cabeza... Ha llegado el momento... Hoy vuelvo a escribir!
     En ocasiones no hace falta inspiración, simplemente las palabras vuelan y estamos ahí para crear aquellos que nos salta desde el interior con ganas de contar, comunicar, explicar, contar algo. En ocasiones hay tanto para escribir que el cosquilleo inquieta y las ganas se borran influenciadas por las circunstancias que día a día nos toca vivir. En ocasiones la inspiración no pide permiso, solo se presenta porque llegó el momento de expresar, de sacar, aquellas cosas guardadas en el interior que se refugiaron por falta de ganas, por ser vulnerables a las experiencias de la vida.
     En ocasiones, los cambios de la vida, esos que descubrimos que estuvieron esperando por nuestra decisión, son los caminos por donde volvemos a encontrar las palabras.
     Para algunos las palabras son aquello con lo que simplemente nos comunicamos, las que se escriben en listas de supermercado, las que se dibujan en grafitis de estadio, las que se escuchan en llamados. Para otros las palabras son la necesidad de sentirse presente, en un mensaje fugaz, las que oímos, en melodías cara a cara, las que miramos, sin importa la distancia. O las que cuentan tu vida, sin importar dónde quedaron plasmadas.
     Si tuviera que pensar en una palabra que describiera por qué volvió la inspiración de sentarme a escribir, esa sería “cambio”.
     Todos pasamos momentos en la vida por los que inevitablemente debíamos transitar, de dolor, alegría, felicidad, depresión, estabilidad, búsqueda, etcétera, y todos esos existieron porque eran los momentos que teníamos que caminar por cada uno de esos caminos. Cuenta… te das tarde, es cierto, pero aprendes que el “cambio” lo elegís cuando es tu momento. Y esa respuesta, sólo se encuentra en el corazón.

sábado, 9 de octubre de 2010

sábado, 20 de marzo de 2010

“FLIGHT 666” UNA VUELTA AL MUNDO


Muchas culturas diferentes, nuevos escenarios, imágenes actuales que recuerdan viejos tiempos y un mundo de música que nunca se dará por vencido.

A veces creemos que el mundo cibernético nos aproxima hasta los más recónditos lugares del planeta, creemos conocer las diversas culturas que existen y creemos que muchas se nos parecen, pero nos cuesta pensar en cuán diferentes pueden llegar a ser.

Iron Maiden, la banda de heavy metal más importante del mundo y actualmente con más actividad, editó un documental que registra su última gira “Somewhere Back In Time Tour”, con estreno en cines de todo el mundo y causando furor en sus seguidores, como si ellos mismo se presentaran en persona en cada sala de cine.

Lo primero que podríamos esperar es ver el show alrededor del mundo y las sensaciones de los músicos, pero el film “FLIGHT 666” nos muestra algo más.

Por lo general cuando en Argentina se monta un show de las características que utiliza Iron Maiden, los preparativos comienzan unos cinco días antes a la presentación. Un imponente escenario y los paneles de plástico sobre el verde césped es lo que más visualiza el espectador. Pero, ¿alguien alguna vez se tomó unos minutos para pensar cómo se prepara la superficie para un recital en la India?

La película comienza con la presentación que la banda diera en Mumbai, India. Y cuán alejados estamos nosotros de esa realidad. A diferencia de lo que se vive en dicha ciudad con un concierto de heavy metal, podríamos decir que dentro de este contexto Argentina se encuentra dentro del primer mundo, y no del tercero como en otros aspectos.

En Mumbai, no sólo no se utiliza un estadio para el show, sino que aún se utilizan las manos humanas como herramienta principal. El suelo es cubierto por trozos de alfombras adheridos con grandes clavos, en un trabajo minucioso realizado por personas y sin ningún tipo de maquinaria, es simplemente a martillo. Luego las mujeres se disponen a limpiar estas alfombras con escobas, parecidas a las que acá ya no se utilizan más.

Cómo las culturas pueden diferenciarse tanto, y tener algún punto en común donde grandes masas se unen para conformar una sola, es una de las cuestiones que la música heavy metal sigue logrando por décadas. Diferentes nacionalidades reunidas en un mismo lugar, argentinos-ingleses; israelíes-alemanes; venezolanos-norteamericanos; japoneses, brasileros, rusos, colombianos, italianos, etcétera. Por el mundo emigran infinidad de personas, y la música los encuentra, en algún momento, a todos juntos en un lugar.

Argentina se ha vuelto importante para el planeta musical, y por ello los grupos más significativos de la historia de la música han visitado estas tierras y algunos lo seguirán haciendo. Actualmente los escenarios que aquí se disfrutan son los mismos que giran en los grandes escenarios del mundo. Y es por esto que el público nacional forma parte de este documental realizado por Sam Dunn y Scvot McFadyen, dos expertos en el género.

En 2008 el estadio de Ferro se convirtió en una caldera que desbordaba por doquier, y esa fue la escena elegida por Iron Maiden para representar a Argentina en su film, con uno de los temas más coreados alrededor del mundo, “Fear Of The Dark”. En donde el público se lució con su cántico para enseñarlo en cada país donde se vea.

Los shows generalmente comienzan cuando se emprende la peregrinación hacia el punto de encuentro, un estadio puede ser el caso. Horas antes de que la banda inicie el espectáculo la multitud empieza a disfrutar del día. En Argentina actualmente se produce un ingreso pacífico a los shows, los controles de rigor y nada fuera de lo normal. Pero ¿qué sucedería si la policía subida a sus caballos agrediera a la gente?, hoy, acá, es impensable.

Sin embargo en Colombia, la organización de la seguridad para controlar a los espectadores que concurren a un recital de heavy metal, es precaria, la fuerza policial no acepta que es solo un espectáculo musical que no reviste peligrosidad. Los oficiales se equipan como para enfrentarse a una multitud revoltosa, pero que lejos está de serlo, armados y sobre sus caballos utilizan más que su autoridad para manejar algo que nunca se les ha ido de control.

Situaciones como las que se viven en Colombia cuando una banda de éste género se presenta, ya no son usuales en el mundo. Pero ciertos países insisten con atribuirle al rock pesado y al heavy metal el rótulo de violentos, tal como se lo hacía dos décadas atrás. Tanto las bandas con trayectoria como las nuevas ya no hacen apología de temas como la droga y la violencia, muy por el contrario, la música y los músicos lograron traspasar los prejuicios con el ejemplo de sus letras, demostrando que hay mensajes importantes para transmitir, como problemas políticos, sociales y hasta históricos.

Aún cuando se continúa marginando ciertos géneros sin comprender su mensaje, o porque éste no los favorece, el público “metalero” llena estadios en todo el planeta. Y aquí, los medios de comunicación forman parte de esa discriminación que aún se percibe, porque sólo los periodistas que se especializan en el rubro difunden este género. Los medios masivos miran hacia otro lado, donde el comercio se viste con caras angelicales que se destaquen, sin importar las ideas que promuevan.

Aún suenan los cañones...

En los 90's llegaron casi todas las bandas legendarias a las que todos deseamos ver, Rock, Heavy Metal, Hard, Punk, Grunge, todos los estilos contribuyeron para la felicidad de los amantes de la buena música, aquella que sólo por su condición de rebelde y contestataria es marginada por algunos, principalmente el Heavy Metal.
Si hubo un momento en que creímos que lo habíamos visto todo... fue aquella noche del 18 de octubre de 1996 cuando las campanas comenzaban a sonar, y las cabezas entraban en movimiento suavemente con los primeros acordes realizados por Angus Young. El más puro Rock hacía su presencia por primera vez en Argentina en el Estadio de River Plate, es cierto que puede no ser el mejor lugar para el sonido de una banda tan potente, pero en el marco del espectáculo, era necesario un gran lugar en donde la banda pudiera desplegar más que su música.
Personalmente, el recuerdo es algo vago, pasaron 13 años y en aquel momento el disfrute de la música era otro, el de idolatría e ilusión de asistir a los mejores conciertos en mi país. Pero el claro sonido e imagen de los cañones disparando es imborrable. Algunos recuerdan su primer juguete, su primera pelota, su primer beso, hoy deseo recordar la emoción de uno de los mejores Shows que se realizaron en Argentina.
Estamos a 44 días de volver a ver a AC/DC, una banda de Hard Rock que trascendió cualquier década. Comenzaron su historia en 1974 y hoy están tan vigentes como en sus años de esplendor durante los 80's y 90's, quizá despidiéndose de los escenarios pero sólo por elegir un descanso, que muy merecido lo tienen. Nos entregaron un "Black Ice", último disco editado durante 2008, lleno de puro Rock, con esos riff de Angus que no te permiten dejar los piecitos quietos, y una muestra de que el tiempo no es razón de ausencia musical, sino que el Rock no entiende de años, porque está grabado en la memoria de los mejores compositores, los que se fueron y los que siguen.


UNA SEMANA HEAVY & ROLL

Continúan intactos, a pesar del avance en el mundo de la música, las leyendas del heavy metal clásico y del rock & roll más pesado siguen tan vigentes como hace tres décadas, ¿o más efectivos aún?
La crisis internacional apabulla en todos los ámbitos que uno pueda imaginar. Pero para la música, la crisis empezó hace poco más de una década con la vendita Internet y la piratería. Estas nuevas modalidades de adquirir melodías han envuelto a los músicos en una constante búsqueda de renovación para contrarrestar sus efectos. Discográficas que cerraron sus puertas y bandas que llenan estadios, son las caras de una misma moneda, en donde los legendarios han encontrado definitivamente su lugar.
Iron Maiden y Kiss se dan el gusto de no verse atados a editar discos obligados por las compañías discográficas, recorren el mundo revisitando su propia historia sin ser atacados por la crítica o ser tratados de viejos decadentes. Construyen sus giras para continuar vigentes pero disparan directo al corazón y llenan estadios con fanáticos que corren ilusionados a comprar su entrada deseosos de los acordes más poderosos de la historia de la música.
En tan solo ocho días, el 2009 ha grabado huellas imborrables en el corazón de los amantes del Heavy Metal y el Rock & Roll, 87.000 fieles asistieron a dos shows que reunieron al menos a tres generaciones. Padres e hijos con la clásica vestimenta negra para la ocasión, e incluso abuelos y nietos unidos por el gusto de una misma música.
Siempre se piensa, que este tipo de conciertos representa algún tipo de riesgo para quienes concurren, por identificar al género con la violencia y las drogas. Pero esos prejuicios no cuentan para los aficionados rockeros argentinos que transforman las injurias en una noche de placer donde miles de voces se convierten en una. Al igual que en el fútbol el fanatismo se hereda y contra cualquier corriente el sentimiento por la música permanece intacto. Y como si se asemejara a una enfermedad, se hereda de generación a generación.
Testimonio de ello fueron los rostros maquillados, como Paul Stanley o Gene Simmons de Kiss, en niños de no más de diez años que cantaban cada canción de la banda como si hubieran vivido los treinta años de historia que ellos crearon. O el tatuaje de Eddie en el pequeño pecho de un nene ilusionado con su primer concierto, que caminaba de la mano de su padre hacia el final de la fila a la espera del ingreso al show. Estos ejemplos son los que hacen pensar que aún el Heavy Metal y el Rock & Roll continúan en su plenitud, a pesar de todos los dichos que quieran derribarlos.
La presencia de Iron Maiden por séptima vez en Argentina, agotando las localidades nuevamente en poco más de un año también da muestra del fervor que genera la banda más importante del heavy actualmente. El Somewhere Back In Time Tour, gira que recorre la discografía desde Iron Maiden de 1980, primer placa del grupo, hasta Fear Of The Dark de 1993, llegó a Vélez otra vez con el escenario que recorrió el suelo de las grandes ciudades del mundo. Antes era frecuente que la escenografía no fuera esa impresionante de la que disfrutaban en otros lugares del globo, pero al igual que el año anterior, la banda no escatimó en recursos e incluso se pudo apreciar a dos gigantescos Eddies.
Eddie, la mascota que se convirtió en el séptimo miembro de Iron Maiden, adorado por los fans, se lució en el escenario con los legendarios modelos de Momia y Cyborg, dos muñecos robotizados de tres metros de alto que generan el estallido del público. Cuando en marzo de 2008 Maiden hacía rebalsar el estadio de Ferro con metaleros más que satisfechos tras disfrutar de temas clásicos que contribuyeron en la historia del heavy metal, parecía que no habría otro show que pudiera superarlo, pero ellos mismo volvieron para demostrar que un espectáculo no dura sólo una presentación.
Como para satisfacer y llenar los corazones de quienes siguen estos estilos de música, la gran semana se cerró con la presentación de Kiss en el estadio de River Plate. En tiempos parecidos, estas dos míticas bandas tiran sobre el público toda la historia que supieron construir. Esta vez, la excusa del grupo norteamericano para volver a los escenarios del mundo fue el festejo del 35° aniversario de “Kiss Alive!”, su primer álbum en vivo, un viaje directo a los 70’s pero con tecnología de este siglo. Un circo de Rock & Roll con cuatro personajes que siguen dejando a los seguidores boquiabiertos con su presencia.
Ésta fue la primera vez que Kiss presentó en Argentina los trucos originales de fuego, sangre y pirotecnia, esos que todo fan kissero deseo ver a comienzos de los años 80’s, cuando estos cuatro músicos detrás de los maquillajes no revelaban su identidad, y finalmente consumaron el sueño. La banda más comercial de la historia de la música, cumple sin dejar espacio para ninguna queja, desde los primeros acordes en el inicio con “Deuce”, hasta el final para cerrar con “Detroit Rock City”.
Si alguien pretendía criticar a Kiss por los años que llevan a cuesta sus integrantes, se equivocaron. Aún cuando superan los 50 años, se siguen vistiendo como a los veintitantos y calzando botas con plataformas de 15 centímetros, y eso no les evita tener un fabuloso despliegue para dejar a la audiencia contenta por disfrutar de un show que deja más que sólo un buen Rock. Aún cuando el Heavy Metal sigue siendo un estilo resistido para los grandes medios, padeciendo de coberturas y de la difusión de su trabajo fuera de los canales especializados en seguir el movimiento, Iron Maiden encontró como darse el gusto de seguir vigentes sin la necesidad de editar nuevo disco. En tanto Kiss, una de las bandas más populares de todos los tiempos, vuelve a su mejor época para que todo el mundo conozca su show visitando, luego de casi cuarenta años de carrera, ciudades en las que nunca se presentaron.
Mientras las grandes bandas del género se esfuerzan por tener material para volver a encausar su ruta, como Metallica, o las que luego de más de siete años editan placa y salen de gira para reconquistar el mercado como AC/DC o Whitesnake, Iron Maiden y Kiss disfrutan de un momento inigualable, estadios llenos en todas sus presentaciones con shows imponentes, fans de la primera hora y nuevas generaciones que se suman. No hay crisis que los afecte, la música es una expresión tan interminable que se despiden hasta la próxima, para tomar un receso porque ahora sí están listos para un nuevo álbum de estudio.

UN CHOQUE CON LA REALIDAD

Un film de 2004 que parece reciente. Una sociedad que alberga a tantas culturas como en cualquier lugar del mundo actual. Hechos que aún a miles de kilómetros, no parecen lejanos.
¿Cuántas veces una película nos hace pensar en la realidad? Si miramos un film contando una historia verídica, también se nos puede ocurrir cuánto hay de cierto en la totalidad del relato. Pero “Crash” nos sitúa en un contexto de la vida cotidiana tan actual como real.
La sociedad argentina atraviesa un momento crítico en materia de seguridad, y la discriminación y los prejuicios, siempre latentes en las miradas de los ciudadanos, arman un cóctel difícil de disolver. El temor a vivir la violencia o un robo en carne propia transformó el comportamiento general de las personas, forzándolas a ser más precavidas y estar alertas, en búsqueda de esa “coraza” que los proteja para seguir transitando la vida de cada día.
Es posible asociar una de las imágenes de la película con algo que nos puede suceder frecuentemente. ¿Cuántas veces al caminar por cualquier calle por la que solemos andar, nos corremos a un lado, o miramos bien, o intentamos cambiarnos de vereda, o quizá si estamos acompañados repetimos la escena en la cual Sandra Bullock se sujeta de su marido? Y cuántas veces nos equivocamos, o nos arrepentimos de hacerlo, porque sabemos que estamos prejuzgando, y que aquella persona podría ser igual o aún mejor que nosotros.
En estado de continua alerta, la gente ya no distingue etnia, nacionalidad, color de piel, sexo o vestimenta, caminan desconfiados de todo y de todos, de aquel con traje, de aquel humilde, e incluso del atuendo policial. Y de igual manera sucede a la inversa, afrontamos esa mirada de desconfianza del otro, porque también está en la misma situación, ya nadie sabe con quien se cruza. Sino, cuál es el promedio hoy en día de quienes se detienen ante la pregunta “¿me diría la hora?”.
Atrás de la desconfianza aún permanece la discriminación, en un pueblo que convive con personas de todo el mundo compartiendo también sus culturas; en un pueblo que perjudica a su propia gente sólo porque cuenta con capacidades diferentes. La exclusión que comenzara siglos atrás con la gente de tez oscura, hoy se presenta de diversas maneras. A tal punto que en los colegios los casos de discriminación suceden con frecuencia, y pueden comenzar tan sólo porque a alguien no le agrade algún peinado o vestimenta.
Las lágrimas contenidas en los ojos de Cameron, director de televisión, muestran que no porque las sociedades se hayan transformado, la discriminación y la violencia verbal también lo haya hecho. Esas mismas lágrimas las podemos ver a nuestro alrededor, en quienes deambulan buscando donde pasar la noche porque no tienen un hogar, en quienes no tienen una simple rampa para cruzar la calle en las esquinas de las veredas, en quienes alguna aptitud los condiciona para conseguir un empleo y ser tratados debidamente como al resto.
La intolerancia cierra ese triángulo que forman la discriminación y los prejuicios, donde las personas se vuelven susceptibles a la hora de compartir cualquier situación y las miradas generan insinuaciones permeables en el otro. Es así que se conocen casos en donde una simple discusión puede acabar en tragedia. Como el famoso caso de “Pan Triste” en Carmen de Patagones, el chico que asesinara a sus compañeros de curso cansado de sus cargadas, o los casos en los colegios donde la pelea se daba chicas contra chica, porque una era vista como bonita.
En un mundo tan globalizado, de continua migración y mutación de ciudades, de discriminación, marginalidad y controversias, la convivencia de diferentes culturas en un mismo lugar es habitual en todos los países del globo terráqueo. En la ciudad de Los Ángeles, a miles de kilómetros de Argentina, sucede algo tan cierto como aquí.
“Quizá, mañana, encuentre mi camino”, dice el tema de cierre del film. En busca de ese camino se encuentra la población del mundo, algunos llegan a él en su mismo país, otros eligen emigrar para hallar uno diferente, y hay quienes las posibilidades lo obligan a despegarse de sus raíces y seguir en otro lugar. Argentina, país casi sin fronteras, alberga a miles de ciudadanos extranjeros que comparten sus culturas en la búsqueda de ese camino.

LA “ACCIÓN” POLICIAL

Policías, televisión, cámaras, trabajo, acción, realidad. Imágenes, hechos, tragedias, historias, gracia, entretenimiento. Factores que se juntan para configurar la realidad.
La calle comercial del barrio tiene muy cerca la comisaría, si uno transita por allí, verá algunos oficiales haciendo la recorrida a pie. Vigilar y resguardar la seguridad de los ciudadanos debería ser su actividad primordial, pero es más usual encontrarse con los policías reunidos en pequeños grupos charlando en las esquinas, o bajando de su patrullero para ingresar a un local de comidas, que viéndolos en acción. De aquí que lo cotidiano no es ver a los uniformados al servicio, sino en servicio.
Entonces por alguna razón surgen las imágenes que semana a semana presenta “Policías en Acción”, oficiales que en todo momento se encuentran en función acudiendo al llamado de alerta para detener delincuentes o resolver los problemas que de su intervención necesiten. En este programa siempre hay acción, incluso los oficiales se ven desbordados de demandas y luego de resolver algún conflicto y subirse a su patrullero, inmediatamente deben dirigirse a otro sitio.
Si la realidad no es la que percibo en la calle, ¿será más real la ficción creada por un programa de televisión?, en donde por cuestiones lógicas del medio las imágenes son editadas una y otra vez hasta alcanzar el producto deseado. En este barrio del sur del Gran Buenos Aires siempre se escuchan los comentarios de delitos que ocurrieron y, en la mayoría de ellos, la policía nunca llegó a tiempo, o lo que es más común, los oficiales nunca llegaron.
En los últimos tiempos los policías argentinos han sido el eje de diversos temas a tratarse en los medios de comunicación. Oficiales asesinados; héroes arriesgando su vida en nombre del deber; asistiendo a urgencias de parto; hablando del riesgo de portar sus devaluados uniformes, y también, envueltos en corrupción; abuso de autoridad; no cumplir con sus funciones.
Hace unos meses “La Cornisa” presentó un informe para llamar la atención de los policías, aquellos que justamente pierden ésta cuando están en servicio. La nota expuso a oficiales que durante sus horarios de trabajo, en medio de sus guardias utilizaban el teléfono celular para entretenerse mandando mensajes de texto, o en otras oportunidades “charlar” por teléfono. Los resultados fueron que la totalidad de los involucrados perdía al menos unos minutos de su horario de servicio enviando mensajes de texto, a la hora de preguntarles, lógicamente lo negaban, pero ya habían quedado registrados.
Actualmente, los hechos policiales se han vuelto cotidianos en los medios de comunicación. Al ver cualquier noticiero de la pantalla argentina siempre es posible conocer de algún nuevo hecho y preocuparse o lamentarse según nos afecte la información. Los delitos son expuestos como tragedia, al igual que las imágenes de chicos consumidores de “paco” que deambulan por las calles.
Sin embargo, cuando en busca de entretenimiento en la pantalla chica la audiencia elige mirar “Policías en Acción”, los mismos hechos antes mencionados se transforman en situaciones agradables de ver, llenas de gracia y aptas para transcurrir una hora amena de programación. Lo que no cambia es que los delitos, por más ficcionalización que presenten, no dejan de ser delitos y los golpes no dejan de ser golpes. Pero los arrestos, se transforman en nuevas historias para ser contadas por sus protagonistas, aquellos mismos chicos a los que en otras imágenes de televisión se los puede ver destruyendo sus vidas. Aquí quienes delinquen también toman el protagonismo frente a las cámaras.
¿Por qué sobre una misma situación, presentada en dos diferentes contextos, la tolerancia de la audiencia cambia? Mucha gente ya no desea ver los noticieros cansados de que le repitan siempre las mismas imágenes y titulares; robos, crímenes, choques, peleas e incansables situaciones de violencia. Quizá por esta cuestión la audiencia resiste mejor a lo propuesto en un programa de televisión exclusivamente dedicado a la acción policíaca, porque es presentada como pequeños fragmentos de una serie de acción, en donde los oficiales siempre están presentes para ejecutar el ejercicio que la ley les confiere y los conflictos siempre resueltos.
Si la realidad no es aquella que frecuentamos en el barrio, pero tampoco es aquella que nos presenta un programa de televisión, entonces cuál es el verdadero oficial de policías. Aquel “héroe” del que hablan las noticias cuando ya, obligado a causa de su función, abandonó este mundo; aquel que responde a la radio de su patrullero y acude de inmediato a combatir el delito para enfrentar la acción y terminar la nota con alguna gracia.
¿En dónde radica la verdadera realidad de las fuerzas policiales? En las miles de comisarías que existen en las ciudades, o frente al encendido de aquel botoncito rojo llamado “Rec”.