martes, 2 de junio de 2009

El Periodista de Hoy

Cuando en los comienzos de los periódicos, apariciones pequeñas ni por asomo como hoy se conocen y realizadas a mano con pluma, y años más tarde la difícil tarea de lograr su impresión, quién podía imaginar los cambios que podrían surgir hasta llegar a hoy, en donde parece que ya no habrá papel.
La labor periodística se ha convertido en una constante selección de información que llueve por doquier. Teléfonos celulares, computadoras, Internet, diarios onLine, blogs personales, seguidores, comentarios, radio, televisión, todos los medios posibles se utilizan para la recaudación de información para ser procesada y editada al momento. Cuando antes esperábamos al menos algunas hora para profundizar sobre alguna información, o a la edición del periódico del día siguiente, hoy se acude rápidamente a Internet, quienes tienen acceso inmediato, o a radio y televisión, porque las informaciones se encuentran actualizadas a cada segundo.
Lo instantáneo de la información lleva al periodista a estar en constante conexión con el mundo informativo, a tener que actualizar su información de manera más frecuente y con menos tiempo para editar sus notas. Todo debe estar publicado “ahora”, y ese es el problema más usual con el que se encuentran los receptores de las noticias, dado que el deber de cumplir con la actualización e instantaneidad, conducen a la falta de profundidad en los temas desarrollados.
El cumplir con esa actualización debida es una falencia que se da en muchas publicaciones que podemos leer, aún cuando los reporteros editan sus notas directamente desde la calle y no hasta llegar a la redacción para la cual trabajan. Las nuevas formas de comunicación, sobre todo Internet, han modificado sustancialmente la rutina periodística, por lo que la selección de la información no siempre se cumple.
Por otro lado, estos cambios han permitido que la audiencia conozca y pueda comunicarse con los protagonistas de los textos que leen. Ya es común que cada periodista, además de cumplir con su tarea profesional, posee un Blog en donde escribe sobre los temas que le interesan y de esta manera interactúa con los lectores.
Todo es en Internet y “ahora”, aquí está toda la información, las fuentes, las imágenes, hasta el audio que no llegamos a escuchar. La velocidad a la que corren los periodistas de hoy, no les permite llegar a la Olivetti nunca más.


lunes, 1 de junio de 2009

Sociedad de la Información o del Conocimiento ¿Qué entendemos de estos conceptos?

Las profundas transformaciones producidas por la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), han llevado a debate qué se entiende por los conceptos de sociedad de la información y sociedad del conocimiento.
En primer lugar hay que conocer qué significan. En la última década, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado como el término hegemónico, debido al consenso que recibió de las políticas oficiales de los países más desarrollados. Sin embargo el término data desde 1973, cuando el sociólogo estadounidense Daniel Bell introdujo la noción de “sociedad de la información”, formulando que el eje principal de ésta será el conocimiento teórico y advierte que los servicios basados en el conocimiento habrán de convertirse en la estructura central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las ideologías resultarán sobrando.
Esta expresión reaparece con fuerza en los años 90, en el contexto del desarrollo de Internet y de las TIC. “Sociedad de la información”, como construcción política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y “autoregulado”.
La imagen pública de las tecnologías de la comunicación, creciente en la globalización económica, esta asociada a los aspectos más “amigables” de la globalización, como Intenet, telefonía celular, etc. Por lo que la sociedad de la información asumió la función de “embajadora de buena voluntad” de la globalización, cuyos “beneficios” podrían estar al alcance de todos, si solamente se pudiera estrechar la “brecha digital”.
La noción de “sociedad del conocimiento” surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”. Según Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información): “la sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información” está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. Es preferible el concepto de “sociedad del conocimiento” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando, el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.
Manuel Castells, investigador y autoridad reconocida en la materia, prefiere el término “sociedad informacional” al de “sociedad de la información”, al señalar que si bien el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, “el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico”.
Finalmente, cualquier definición que use el término “sociedad” no puede describir una realidad circunscrita a Internet o a las TIC. Internet puede ser un nuevo escenario de interacción social, pero esta interacción está estrechamente integrada al mundo físico y los dos ámbitos se transforman mutuamente.